miércoles, 29 de mayo de 2013

Nunca un musical costó tan caro

Supersticiones, cábalas, maldiciones... El factor suerte y todo lo derivado con el azar se apodera de la mente del deportista, algo que llevado a la esfera profesional podría convertirse en un problema. El elemento azaroso es una carga dentro del deporte, algo complicado de combatir...

La superstición es una realidad y el fútbol ha sido siempre su espejo. Bien es sabido que en los ochenta había un futbolista internacional que guardaba en su taquilla el vestido de boda de su mujer porque le daba suerte. Hay otros, como el británico John Terry, que no llegan a tanto. En el caso de Terry, tan solo tiene que sentarse siempre en el mismo asiento del autobús, darse tres vueltas de cinta alrededor de las medias, escuchar siempre la misma música antes del partido y aparcar siempre en el mismo sitio en Stamford Bridge. Peor lo llevaba Gary Lineker, obsesionado con no disparar nunca en el calentamiento de un partido ya que de marcar ya no lo consiguiría tras el pitido inicial. Los entrenadores no se quedan fuera. El italiano Giovanni Trapattoni confiaba más en el agua bendita que le mandaba su hermana que en sus jugadores. Caso aparte fue el de Thomas N'Kono, que en 2002 fue detenido en Mali acusado de hacer magia negra antes de un partido de selecciones entre Mali y Camerún.

La maldición de Bela Guttman


Pero la superstición se acentúa cuando arriba la maldición. Ese concepto gafe que ningún aficionado quiere mencionar, pero que en Portugal han recordado este año. El Benfica jugó hace algunas semanas la final de la Europa League ante el Chelsea. Las Águilas Rojas hicieron un gran partido, gozaron de oportunidades, empataron el gol inicial de Fernando Torres, pero perdieron una nueva final europea de manera cruel, en el descuento y a falta de segundos para ir a la prórroga. Fue la Maldición de Bela Guttman. Bela Guttman fue el entrenador que llevó al Benfica de Eusebio a vivir su mejor moment o en toda su historia.En 1961 y 1962 ganaron la Copa de Campeones y el equipo vivía su época dorada, pero ese mismo año Antonio Carlos Cabral, presidente del club lisboeta, tomó la peor decisión posible, despedir al húngaro.  Dice la leyenda que Guttman, una vez despedido, maldijo al Benfica: "Nunca, ni en cien años, el Benfica volverá a ganar un título en Europa”. Desde entonces las Águilas Rojas han perdido seis finales, cinco de Champions League y una de la Europa League. Guttman no olvida, pero sí lo hizo 'Il Bambino'.

El maldito Broadway
'Il Bambino', 'Babe Ruth, o simplemente George Herman Ruth fue una leyenda del deporte en EE UU. Con solo 19 años, este huérfano de vida problemática llegó a los Red Sox de Boston, los reyes del béisbol, ganadores de la primera serie Mundial en 1903 y vencedores en  1912, 1915, 1916 y 1918. Ruth, el mas joven del equipo y elegido en 1998 tercer mejor atleta de Estados Unidos en el siglo XX, por detrás de Michael Jordan y Muhammad Alí, consigue en 1919 superar el record de 'Home Runs' en una temporada y pone la marca en 29.

Sin embargo, con los medias rojas en la cima del béisbol, un musical de Broadway cuesta muy caro al equipo de Boston. El dueño del equipo, Harry Frazeee, vendió a su máxima figura a los Yankees de Nueva York por la suma de 125 mil dólares con el fin de financiar un musical de Broadway, 'No, no, Nanette'. Mala jugada, ya que el equipo niuyorquino, un segundón sin campo propio, arrancó desde entonces su monopolio en Liga y Series Mundiales, maldiciendo a los Red Sox, quienes sufrieron la mala suerte durante 86 años, hasta 2004.

Pero 'Babe' Ruth fue benévolo y su fantasma maldito abandonó Fenway Park, cobrándose además una víctima conocida, los Yankees de Nueva York. En 2004 los medias rojas caían en las Series del Campeonato de la Liga Americana hasta el 0-3, pero protagonizaron una histórica remontada hasta hacerse con el hueco en la final, en la que vencieron a los Cardinals de San Luis. Una maldición llevada al celuliode, ya que en 2005 los Hermanos Farrelly utilizaron esta maldición como hilo argumental secundario en su película 'Amor en juego' (2005).

De un musical a una cabra

Si esta historia suena estrambótica (para los fieles seguidores de Fenway Park es algo que no se puede ni nombrar), peor es la de los Cubs de Chicago. A este equipo lo maldijo... ¡una cabra! La leyenda relata que un tabernero de Chicago no pudo acceder al Wrigley Field para ver la final de las Series Mundiales en 1945 al ir acompañado de un chivo. La venganza, cuentan, fue una maldición que a día de hoy aún dura, y de qué manera: No ganan la serie Mundial desde hace 105 años (1908) y el banderín de la Liga Nacional desde hace 67 años (1945).

1 comentario:

  1. Ahora sólo queda por ver la maldición que se le ha hecho al Xerez.

    ResponderEliminar